MAMÁ TÓCAME LOS PIES

Parece que el veranito se va, espero que aún nos deje unos días de calorcito para disfrutar. El verano que se está despidiendo ha pasado muy rápido salvo los últimos días de este agosto, en los que la palabra Neumonía apareció de lleno en nuestra vida y desde ese momento parece que los días se hicieron más lentos. El caso es que a mi hijo Leo de 4 años le diagnosticaron Neumonía a través de unas radiografías que le hicieron del pecho. La verdad es que la visión de esos pulmones chiquitos con unas nubes blancas inundándolos nos asustó bastante. Fueron días de miedo, de dudas, incertidumbre, de aprendizaje… Es difícil responsabilizarse de la salud de los hijos, tomar decisiones a este respecto se nos hace complicado, nos hemos acostumbrado a que estas decisiones las toman otros, que gran parte de los médicos deciden y disponen, que ellos tienen la verdad absoluta y que no hay que osar a contradecirla. Pero yo ya decidí hace tiempo, en el momento en el que conocí y me entregué de lleno a la reflexología, ya no pude mirar a otro lado, ni hacerme la loca. En ese momento decidí hacerme cargo de la salud de mi hijo, somos yo y mi pareja los que decidimos, podemos consultar la opinión de uno o varios médicos pero la decisión final es nuestra, porque nosotros somos los que conocemos, observamos, cuidamos y protegemos a nuestro hijo. Por lo tanto tenemos el deber de informarnos y buscar todas las alternativas posibles para poder elegir y decidir de manera consciente. 
La decisión en este caso fue, una vez más, nuestra, y aunque hubo momentos de dudas, de cuestionamientos, decidimos apostar por aquello en lo que creemos. Apostar por otra manera de sanar, por otra manera de cuidar, de tratar la enfermedad y al enfermo. Paramos nuestra vida y decidimos volcarnos en nuestro hijo, mirarle detenidamente, observar sus reacciones y manifestaciones, dedicarnos a él en cuerpo y alma, masajear sus pequeños pies noche y día, consultar con un homeópata, tratarle con fisioterapia respiratoria, dejar que el agua del mar bañara su cuerpo…Para mí lo más útil ha sido saber que en mis manos tenía una herramienta maravillosa que ayudaba a mi hijo a encontrarse mejor, que yo podía ayudar a su cuerpo a recuperarse. Han pasado los días y Leo está recuperado, su cuerpo ha dado un estirón y sé que se ha producido un cambio en él, tanto físico como emocional. Antes de empezar con la neumonía tuvo un periodo de estar muy mimoso, con muchos miedos, mi pareja y yo comentamos que parecía que estuviera teniendo una regresión a etapas anteriores. Durante el periodo de neumonía le colmamos de besos, abrazos y atenciones que quizás no le estábamos dando y que necesitaba para tomar impulso para esta nueva etapa de crecimiento, ahora se le ve más seguro, más autónomo y más feliz.
Todos hemos aprendido mucho en estos días, hemos vuelto a ganar en confianza en nuestros cuerpos, en los procesos naturales, en la sabiduría del cuerpo. Mi hijo sabe que en sus pies hay unos botones y timbres maravillosos,  que llaman a los bomberos que tiene dentro de su cuerpo y apagan los fuegos y arreglan averías. El otro día le dijimos que era mejor que no comiera tantas moras que le podían hacer daño a la barriga, muy seguro dijo: “ no pasa nada mi mamá entonces me tocará los pies y se me pasará”.




Cuando me quedé embarazada no podía ni por asomo imaginar todo lo que mi hijo me iba a aportar, en mi cabeza y en mi alma se abrieron un montón de puertas que contenían a su vez otras y en ese camino seguimos, abriendo puertas que me ofrecen universos nuevos, diferentes y que me ayudan a entender, a aprender, desaprender y vivir. Mi hijo ha sido el motor que ha impulsado este cambio tan profundo en mi vida, el que ha propiciado que comenzara un camino de aprendizaje maravilloso y que me haya ido encontrando con personas increíbles, ese tipo de personas que gozan de una luz especial y a las que no dejo de agradecer cada día todo lo que me han aportado. 
Comencé dejándome acompañar por las suaves y cálidas palabras de las doulas, empapándome de su calma, su cuidado, su tacto, su discreta presencia. Y quise saber más y conocí a Angeles Hinojosa, escuché atentamente sus sabias palabras, me aportó una herramienta maravillosa: la reflexología que además de seguridad me dio fuerza para hacerme responsable tanto de  mi salud como de la de mi hijo. Ella me enseñó a confiar en el cuerpo y en los recursos que la naturaleza ha puesto a nuestro alcance. 
Mi mente se abría y mi cuerpo también pedía elasticidad. Llegué al yoga para embarazadas bebés y niños, ahondando en los misterios y conexiones entre el cuerpo emocional y el cuerpo físico. Me estiré, recoloqué mi cuerpo, salté, bailé grité y conecté con mi interior. Me relajé y paré a asimilar el camino recorrido. 
Y hoy te presento mi blog un reflejo de este caminar constante, en este momento poniendo en práctica parte de lo aprendido sin dejar de buscar, de cuestionar y revisar.